lunes, 6 de febrero de 2012

Somos la más brava!

Minuto 15’ del segundo tiempo –o 60 para los más modernos- atacaba la U por derecha cuando Osses  para por segunda vez el partido. La cámara del CDF –Canal del Fútbol. Señal privada perteneciente a la ANFP que transmite a través de televisión prepago los partidos del fútbol chileno- lo pone en primer plano, con 3 trozos de cemento en la mano y gesticulando con rabia ante un carabinero. ¡Lo termino, si no paran lo termino!

Es el tercer partido que juega la Universidad de Chile con público este 2012, pero el primero aún se está jugando en las galerías.
La “Noche Azul”, espectáculo organizado por la empresa Pegaso y  que surgió como la respuesta azul a la rimbombante “Noche Alba” de antaño, tuvo más que la presentación de los refuerzos modelo 2012 de la U. La verdadera acción no estuvo en el 1-1 frente a Nacional de Uruguay, estuvo en la galería y las puertas de salida.
Carabineros, la fuerza pública encargada de la seguridad en los espectáculos deportivos, negó sistemáticamente el ingreso de los implementos característicos de la hinchada Los de Abajo. Tanto sus bombos como el fuego de artificio –su uso está prohibido por ley en el país, pero es aceptado implícitamente por carabineros para su uso por barras bravas- que pretendía utilizar la barra para celebrar la presentación del equipo fueron dejados fuera del estadio y requisados por la fuerza pública. Terminado el cotejo, se armó el tropel en las inmediaciones del nacional. La policía atacó indiscriminadamente a hinchas y espectadores desatando la furia de la barra, quien respondió el ataque con fuerza. Varios hinchas heridos y otros tantos detenidos además de un bombo requisado fue el saldo de esa noche. Lo que más molestó a la organización de la barra fue que Azul Azul, la concesionaria a cargo del equipo, no se hiciera parte de la petición de entrar los implementos, dejando cualquier intervención posible de lado.

La declaración de guerra por parte de LDA no se hizo esperar. Sumado al incidente con carabineros en la noche azul, la eliminación del beneficio socio-galería –una tarjeta con un costo aproximado de $10.000 para estudiantes y $15.000 público general con la cual todo quien la posea tiene el derecho a comprar entradas con un 50% de descuento aproximadamente- y los altos precios de las entradas los hinchas sienten que quienes llevan al equipo no los respetan, representan ni comprenden, aún cuando los hechos oculten un conflicto más grande.

Los hinchas de LDA, agrupados a través del Movimiento LDA –grupo disidente que tomó el control de la barra a principios del 2011 y que se divide las simpatías de hinchas con el denominado “Núcleo” quienes eran los antiguos jefes de la barra- , han hecho saber a través de las redes sociales su descontento con Azul Azul y prometieron que los hechos no se olvidarán fácilmente. Desafiando de manera directa a la concesionaria y dando muestras de su capacidad de control sobre el espectáculo, el movimiento intervino directamente en el partido que la U jugó contra Colo-Colo en Temuco, en el marco de un torneo amistoso. En este partido, la barra lanzó en reiteradas ocasiones bengalas hacía el arco del portero rival. Ante el llamado de atención por parte del árbitro y la posterior intervención del capitán Johnny Herrera, LDA volvió a lanzar los artificios al césped del campo de juego, cuando la U buscaba impetuosamente el empate. El partido se suspendió por falta de garantías. La U perdió 2-1 en la cancha, pero el “movimiento” ganó en la galería, consiguiendo su objetivo.

El segundo capitulo se vivió en La Serena. Las piedras y proyectiles no vienen por parte de los “desalmados de siempre”, si no que tienen un objetivo claro. Más que piedras y pedazos de concreto son signos de que algo no anda bien, de un tira y afloja entre la barra, quien busca hacer respetar su territorio –y también sus intereses económicos- y la concesionaria, la cual busca no ceder a las presiones de los barristas y se encuentra en la palestra debido a la constante crítica pública que se les realiza constantemente por su labor en los hechos de violencia que envuelven al fútbol.


Pero si bien, la bomba estalló en “la noche azul”, los verdaderos motivos de este “gallito” entre barra y dirigencia tienen otros motivos, mucho más profundos.
La separación de LDA tras el golpe dado por el “movimiento” al  “núcleo” no solo significó controlar la 14 –mítica puerta donde LDA se hace en el Estadio Nacional- si no que también manejar todo lo que implica ser jefe de la barra, es decir poder y dinero.
Azul Azul, al igual que todas las sociedades anónimas que controlan el fútbol profesional en Chile, tiene acuerdos tácitos con las barras. Financian viajes a regiones y el extranjero, entregan una cantidad fija de entradas a los barristas en cada partido y tienen una relación de trabajo, la cual busca controlar a una masa cautiva cercana a las 5.000 personas. Con la división de la barra, también se dividieron estos beneficios.
El “movimiento” busca la exclusividad de estos beneficios, pero el “núcleo” tiene una relación mucho más profunda con la concesionaria, y es que llevaban más de 10 años controlando sin contrapeso a LDA, por lo tanto a través de la violencia, el “movimiento” busca dar muestras de que ellos son quienes controlan las cosas ahora.

Otro factor que se suma a esta puja es la ley “estadio seguro”, impulsada por el Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Esta ley busca aumentar las penas y sanciones a quienes cometan hechos de violencia en recintos deportivos, como también fortalecer los controles para que los barra brava tengan menos control sobre el espectáculo y así se reduzcan los niveles de violencia, robo, trafico de drogas, porte ilegal de armas y asociaciones ilícitas que se dan en el marco de un partido de fútbol.
En el marco de las reformas impulsadas por “estadio seguro” se han alzado voces de parlamentarios, quienes buscan un mayor control y participación por parte de los dueños de los clubes en los hechos de violencia en que se ven envueltas las barras bravas y es en este punto donde LDA ha encontrado un espacio donde atacar. Al demostrar su descontento a través de la violencia, con el ataque directo y sistemático del mismo espectáculo deportivo, lo que hace LDA es enviar un mensaje claro. Si no nos dejan tranquilos, nosotros no los dejamos hacer su espectáculo.
Los dueños de la U saben que no es una buena imagen para ellos mostrar en televisión a un grupo de forofos incontrolables y dispuestos a todo, más aún cuando estas escaramuzas pueden aumentar la validez de quienes buscar controlar a las barras haciendo responsables a quienes comandan los clubes. Por lo tanto, esta situación entre ceder a la barra para no suspender los partidos o dejar actuar a la fuerza pública para dar una señal de control a la sociedad no es de lo más incómoda para quienes adquirieron a la U, pero ya es hora que comprendan que no todo son beneficios. Que ser dueño de un equipo de fútbol como la U tiene sus ventajas pero también acarrea responsabilidades, esas mismas de las que Federico Valdés intenta desmarcarse.

Veremos el próximo viernes si Azul Azul cumple con su responsabilidad en el espectáculo o simplemente se enmarca en la constante mediocridad y cobardía en la que se ha movido la dirigencia del fútbol profesional chileno desde siempre, escondiendo sus responsabilidades tras los mismos que les mantienen el negocio.

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