El mundial de los Militares: Argentina 1978.
Los procesos políticos en la Argentina durante el siglo XX están marcados por gobiernos autoritarios, personalistas y dictatoriales, aunque para ser mas específicos, esta nueva dictadura - La de Videla- se enmarca en un proceso regional que obedece a las dictaduras llamadas del nuevo tipo, cuya característica principal es formar parte de un proceso comandado por Estados Unidos, a través de una formación doctrinaria en la escuela de las Américas y basado en un combate al comunismo bajo un contexto de guerra fría, distanciada de los procesos anteriores, los cuales se basan principalmente en una idea nacionalista.
Los
golpes de estado se repiten en el escenario de la nación trasandina al revisar
el derrotero durante el 1900, y aún cuando se puede concienzudamente percibir a
la vida política de Buenos Aires como inestable o extremadamente volátil, la
realidad indica que el desarrollo de estos procesos es lo que la ha constituido
en una nación sólida y con una gran identificación propia. La identidad de
argentina o `argentinidad´ es sustentada mas que por sus instituciones –como se
podría hasta cierto punto postular en nuestro país, con la tradición
democrática y republicana que caracteriza a Chile dentro de la región
sudamericana, en el respeto a las instituciones- por sus practicas culturales, sociales y
deportivas. Mas arriba, en este mismo capitulo y en referencia al peronismo, se
encuentra el desarrollo del concepto argentinidad, el cual percibe a la
construcción de una identidad nacional argentina como una mezcla de la practica
deportiva y cultural –basada en el Polo, el Fútbol y el Tango-, por lo tanto y
refiriendo siempre a una cierta continuidad histórica de los procesos,
aprovechando los conocimientos del pasado y también aprendiendo que hacer y que
no desde lo anterior, es que la dictadura de Videla ve en la organización de la
copa mundial de fútbol una oportunidad única de lograr la validación del
proceso político tanto en el mundo con en su propia nación.
La elección de Argentina como anfitrión del decimoprimer mundial de
fútbol es una decisión adoptada por la FIFA, anterior a la toma del poder por
parte del General Videla en 1976. Dentro de la lógica de la FIFA, la
organización del mundial de fútbol debía alternarse entre America y Europa cada
cuatro años, es así que hasta 1998, a excepción de el periodo 1934 -con el
mundial fascista organizado por la Italia de Mussolini- -38 -Francia- y de los
mundiales 54-58 -Suiza y Suecia respectivamente-. La lógica de este proceso
ponía al frente a un equipo americano a cargo de la organización del certamen,
y luego de los mundiales de 1930 –Uruguay- 50 –Brasil- 62 –Chile- 70 –México-
lo más natural era que el mundial fuese organizado por Argentina. Cuando Videla
toma el poder también adquiere la organización del torneo, lo cual no es una
cosa menor, y como tal debe encontrar la solución a este esfuerzo que implica
organizar un torneo de tales características, para lo cual se decide crear un
comité llamado “Ente Autárquico Mundial 78”, conocido por sus siglas como EAM
78. Formado por hombres de confianza del dictador, que será el encargado de
crear, conseguir y organizar todos los aspectos necesarios para desarrollar
bajo los requerimientos de la FIFA, la copa mundial.
Este
comité esta conformado por militares, hombres como el contraalmirante Carlos
Alberto Lacoste[1]
y el general Antonio Merlo son los encargados de poner en marcha el proceso que
necesitara de un esfuerzo técnico, económico y político sin precedentes para la
nación. Para la organización es necesario crear infraestructura deportiva y
técnica inexistente en esos momentos, es así que se explica hasta cierto punto
que, las cifras de dinero se elevaran en un 400% de los presupuestados en un principio, siendo
uno de los mas caros en la historia, ya que
“Los costos totales del Mundial
‘78 son aún hoy un récord: 520 millones de dólares[2]”
(Marino, Polstolsky, 2006, p. 11). Y es que para dar una buena imagen hacia el
mundo y poner a la Argentina en el lugar que se pretendía, era necesario
invertir en cada uno de los aspectos necesarios, aun cuando ese dinero no
estuviese disponible en primer momento. Y es que para el mundial no se
escatimaban gastos, era necesario entregar al mundo una imagen de Argentina
como una nación que se sumaba al tren del desarrollo, la cual a través del
gobierno militar había encontrado la estabilidad y una unión nacional que se
reflejaba en la alegría de su gente, de los estadios llenos y rebozados en
banderas albicelestes y una imagen en colores, a petición expresa de la FIFA,
por lo que se invirtieron fuertes sumas en implementar la tecnología necesaria
para emitir la señal al extranjero. Aquí no había ni torturados, ni
desaparecidos, aquí todos eran uno. Las denuncias de exiliados y refugiados
políticos alrededor del mundo y principalmente en Europa eran falsas, calumnias
infundadas por apartidas que buscaban intereses personales en aquellas demandas[3].
Aun cuando la FIFA fue participe activa de todo este proceso de
apropiación del fútbol por parte de la dictadura, brindando su imagen
corporativa y validando explícitamente al gobierno de turno[4],
existieron fuertes muestras de descontento por parte de delegaciones deportivas
y jugadores en particular[5].
Como es el caso de la estrella holandesa Johan Cruyff. El jugador de los países
bajos envía una fuerte señal hacia la dictadura y también hacia el mundo que
estaba centrado en el mundial. Él no sería parte del circo que esconde con su
imagen de nación unida a los miles de torturados, presos políticos y violaciones a los derechos humanos que esta cometiendo la dictadura de Videla. Él no será parte, y por lo tanto decide dejar la convocatoria holandesa y no
asistir al certamen.
Cuando se inicia el campeonato, durante el invierno de 1978, los ojos del
mundo deportivo se centran en la Argentina de Videla, se mantienen ahí las 3
semanas que dura el mundial y no ven mas que estadios llenos, papeles picados y
trapos con leyendas referidas a localidades del país. No hay victimas, no
existen tales asesinatos ni torturas en la transmisión en colores a los
televisores del mundo. Pero existe otro mundial en Argentina, uno paralelo, que
se juega a pasos de las canchas, en los cuarteles y centros de tortura, en los
cuales a través de la radio y en medio de las sesiones de corriente, tanto
verdugos como victimas tomaban un pequeño descanso, para celebrar un gol y
abrazarse ambos[6],
al fin y al cabo quienes estaban en la cancha eran argentinos, al igual que el
agente represivo, al igual que el opositor a la dictadura, Kempes defendía a
ambos bajo el escudo amarillo y celeste de la A.F.A, y la copa levantada por
Passarella era un triunfo de todos, no solo los 11 en cancha, sino de toda una
nación, de victimas y victimarios.
Obviamente luego del triunfo y la obtención de la copa, la dictadura
aprovecharía el momento aun más. Si la organización de la copa era un suceso
único y que cayó como un regalo a la dictadura, más aun lo era el triunfo de la
selección, que conseguía su primer titulo mundial. Argentina, la Argentina de
Videla había organizado un excelente mundial y corono todo el proceso con la
obtención de la copa, no podía ser mejor, no podían estar mejor. En un
acertado análisis del proceso al finalizar la copa el sociólogo Roberto Di
Giano (Di Giano, 2001) daba cuenta de los beneficios obtenidos luego del
torneo.
“Es así que las autoridades nacionales utilizarían la hazaña lograda por
los futbolistas argentinos que actuaron bajo las órdenes del técnico Menotti
(era la primera vez que en su historia futbolística un seleccionado argentino
ganaba un campeonato mundial) como medida de grandeza del propio gobierno
militar que apostó a este éxito de una manera obsesiva. De
allí que apelando a esta asociación espuria evaluaran que habían demostrado al
mundo que eran “gobernantes honorables” y que en el exterior existía solo una
campaña internacional de falsedades.
Las consecuencias de esta competición y quienes fueron parte de ella han
comenzado a ser analizadas por las
ciencias sociales en el ultimo tiempo, debido a la importancia que significo
este mundial para todo lo sucedido durante la dictadura militar en Argentina y
posterior a esta. Una de las corrientes principales de análisis en este caso,
se centra en la labor que ejercieron los medios de comunicación en este proceso
de unificación de la identidad nacional, como también silenciar las situaciones
complejas que ocurrían paralelamente al mundial y que la prensa internacional
no fuese testigo de estas.
[1] Entre varios cargos que ostento el contraalmirante Lacoste
durante la dictadura está el de presidente provisional de la nación. Durante 12
días, en Diciembre de 1981.
[2] Se estima que un tercio del costo total del Mundial de la FIFA
organizado en Argentina fue a parar a cuentas personales de militares. Aun
cuando esto no se pueda probar, ya que el EAM 78 obtuvo la protección del
estado a través del decreto 1261 de abril de 1977, el cual le permitía a la
organización del torneo mantener los costos bajo secreto. No existen archivos
ni documentos contables que respalden los gastos incurridos durante la
organización, pero los cálculos señalan que la inversión total en
infraestructura y organización no superaba los dos tercios de los gastos
reales.
[3] En los meses previos al mundial existió una campaña que intentaba
denunciar las condiciones bajo las cuales se encontraba la argentina bajo la
dictadura de Videla. En esta participaron exiliados, torturados y familiares de
ejecutados políticos.
[4] "Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la
Argentina" fueron las palabras esbozadas por Joao Havelange, presidente de
la FIFA durante la inauguración del campeonato. Palabras emitidas a todo el
mundo a través de la transmisión oficial. En “Fútbol a Sol y Sombra” de Eduardo
Galeano.
[5] La selección holandesa luego de perder la final del torneo contra
el anfitrión Argentina, no acepto saludar a las autoridades locales ni recibir
las condecoraciones por parte de estos, Videla fue el encargado de entregar las
medallas y la copa al campeón.
[6] La referencia cita un testimonio realizado por Adolfo Pérez
Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, también mencionado en la introducción
de este proyecto.