domingo, 22 de abril de 2012


El mundial de los Militares: Argentina 1978.

Los procesos políticos en la Argentina durante el siglo XX están marcados por gobiernos autoritarios, personalistas y dictatoriales, aunque para ser mas específicos, esta nueva dictadura - La de Videla- se enmarca en un proceso regional que obedece a las dictaduras llamadas del nuevo tipo, cuya característica principal es formar parte de un proceso comandado por Estados Unidos, a través de una formación doctrinaria en la escuela de las Américas y basado en un combate al comunismo bajo un contexto de guerra fría, distanciada de los procesos anteriores, los cuales se basan principalmente en una idea nacionalista. 

Los golpes de estado se repiten en el escenario de la nación trasandina al revisar el derrotero durante el 1900, y aún cuando se puede concienzudamente percibir a la vida política de Buenos Aires como inestable o extremadamente volátil, la realidad indica que el desarrollo de estos procesos es lo que la ha constituido en una nación sólida y con una gran identificación propia. La identidad de argentina o `argentinidad´ es sustentada mas que por sus instituciones –como se podría hasta cierto punto postular en nuestro país, con la tradición democrática y republicana que caracteriza a Chile dentro de la región sudamericana, en el respeto a las instituciones-  por sus practicas culturales, sociales y deportivas. Mas arriba, en este mismo capitulo y en referencia al peronismo, se encuentra el desarrollo del concepto argentinidad, el cual percibe a la construcción de una identidad nacional argentina como una mezcla de la practica deportiva y cultural –basada en el Polo, el Fútbol y el Tango-, por lo tanto y refiriendo siempre a una cierta continuidad histórica de los procesos, aprovechando los conocimientos del pasado y también aprendiendo que hacer y que no desde lo anterior, es que la dictadura de Videla ve en la organización de la copa mundial de fútbol una oportunidad única de lograr la validación del proceso político tanto en el mundo con en su propia nación.

La elección de Argentina como anfitrión del decimoprimer mundial de fútbol es una decisión adoptada por la FIFA, anterior a la toma del poder por parte del General Videla en 1976. Dentro de la lógica de la FIFA, la organización del mundial de fútbol debía alternarse entre America y Europa cada cuatro años, es así que hasta 1998, a excepción de el periodo 1934 -con el mundial fascista organizado por la Italia de Mussolini- -38 -Francia- y de los mundiales 54-58 -Suiza y Suecia respectivamente-. La lógica de este proceso ponía al frente a un equipo americano a cargo de la organización del certamen, y luego de los mundiales de 1930 –Uruguay- 50 –Brasil- 62 –Chile- 70 –México- lo más natural era que el mundial fuese organizado por Argentina. Cuando Videla toma el poder también adquiere la organización del torneo, lo cual no es una cosa menor, y como tal debe encontrar la solución a este esfuerzo que implica organizar un torneo de tales características, para lo cual se decide crear un comité llamado “Ente Autárquico Mundial 78”, conocido por sus siglas como EAM 78. Formado por hombres de confianza del dictador, que será el encargado de crear, conseguir y organizar todos los aspectos necesarios para desarrollar bajo los requerimientos de la FIFA, la copa mundial.

Este comité esta conformado por militares, hombres como el contraalmirante Carlos Alberto Lacoste[1] y el general Antonio Merlo son los encargados de poner en marcha el proceso que necesitara de un esfuerzo técnico, económico y político sin precedentes para la nación. Para la organización es necesario crear infraestructura deportiva y técnica inexistente en esos momentos, es así que se explica hasta cierto punto que, las cifras de dinero se elevaran en un 400%  de los presupuestados en un principio, siendo uno de los mas caros en la historia, ya que  “Los costos totales del Mundial ‘78 son aún hoy un récord: 520 millones de dólares[2]” (Marino, Polstolsky, 2006, p. 11). Y es que para dar una buena imagen hacia el mundo y poner a la Argentina en el lugar que se pretendía, era necesario invertir en cada uno de los aspectos necesarios, aun cuando ese dinero no estuviese disponible en primer momento. Y es que para el mundial no se escatimaban gastos, era necesario entregar al mundo una imagen de Argentina como una nación que se sumaba al tren del desarrollo, la cual a través del gobierno militar había encontrado la estabilidad y una unión nacional que se reflejaba en la alegría de su gente, de los estadios llenos y rebozados en banderas albicelestes y una imagen en colores, a petición expresa de la FIFA, por lo que se invirtieron fuertes sumas en implementar la tecnología necesaria para emitir la señal al extranjero. Aquí no había ni torturados, ni desaparecidos, aquí todos eran uno. Las denuncias de exiliados y refugiados políticos alrededor del mundo y principalmente en Europa eran falsas, calumnias infundadas por apartidas que buscaban intereses personales en aquellas demandas[3].      

Aun cuando la FIFA fue participe activa de todo este proceso de apropiación del fútbol por parte de la dictadura, brindando su imagen corporativa y validando explícitamente al gobierno de turno[4], existieron fuertes muestras de descontento por parte de delegaciones deportivas y jugadores en particular[5]. Como es el caso de la estrella holandesa Johan Cruyff. El jugador de los países bajos envía una fuerte señal hacia la dictadura y también hacia el mundo que estaba centrado en el mundial. Él no sería parte del circo que esconde con su imagen de nación unida a los miles de torturados, presos políticos y violaciones a los derechos humanos que esta cometiendo la dictadura de Videla. Él no será parte, y por lo tanto decide dejar la convocatoria holandesa y no asistir al certamen.

Cuando se inicia el campeonato, durante el invierno de 1978, los ojos del mundo deportivo se centran en la Argentina de Videla, se mantienen ahí las 3 semanas que dura el mundial y no ven mas que estadios llenos, papeles picados y trapos con leyendas referidas a localidades del país. No hay victimas, no existen tales asesinatos ni torturas en la transmisión en colores a los televisores del mundo. Pero existe otro mundial en Argentina, uno paralelo, que se juega a pasos de las canchas, en los cuarteles y centros de tortura, en los cuales a través de la radio y en medio de las sesiones de corriente, tanto verdugos como victimas tomaban un pequeño descanso, para celebrar un gol y abrazarse ambos[6], al fin y al cabo quienes estaban en la cancha eran argentinos, al igual que el agente represivo, al igual que el opositor a la dictadura, Kempes defendía a ambos bajo el escudo amarillo y celeste de la A.F.A, y la copa levantada por Passarella era un triunfo de todos, no solo los 11 en cancha, sino de toda una nación, de victimas y victimarios.

Obviamente luego del triunfo y la obtención de la copa, la dictadura aprovecharía el momento aun más. Si la organización de la copa era un suceso único y que cayó como un regalo a la dictadura, más aun lo era el triunfo de la selección, que conseguía su primer titulo mundial. Argentina, la Argentina de Videla había organizado un excelente mundial y corono todo el proceso con la obtención de la copa, no podía ser mejor, no podían estar mejor. En un acertado análisis del proceso al finalizar la copa el sociólogo Roberto Di Giano (Di Giano, 2001) daba cuenta de los beneficios obtenidos luego del torneo.

 “Es así que las autoridades nacionales utilizarían la hazaña lograda por los futbolistas argentinos que actuaron bajo las órdenes del técnico Menotti (era la primera vez que en su historia futbolística un seleccionado argentino ganaba un campeonato mundial) como medida de grandeza del propio gobierno militar que apostó a este éxito de una manera obsesiva. De allí que apelando a esta asociación espuria evaluaran que habían demostrado al mundo que eran “gobernantes honorables” y que en el exterior existía solo una campaña internacional de falsedades.

Las consecuencias de esta competición y quienes fueron parte de ella han comenzado a ser analizadas  por las ciencias sociales en el ultimo tiempo, debido a la importancia que significo este mundial para todo lo sucedido durante la dictadura militar en Argentina y posterior a esta. Una de las corrientes principales de análisis en este caso, se centra en la labor que ejercieron los medios de comunicación en este proceso de unificación de la identidad nacional, como también silenciar las situaciones complejas que ocurrían paralelamente al mundial y que la prensa internacional no fuese testigo de estas.



[1] Entre varios cargos que ostento el contraalmirante Lacoste durante la dictadura está el de presidente provisional de la nación. Durante 12 días, en Diciembre de 1981.
[2] Se estima que un tercio del costo total del Mundial de la FIFA organizado en Argentina fue a parar a cuentas personales de militares. Aun cuando esto no se pueda probar, ya que el EAM 78 obtuvo la protección del estado a través del decreto 1261 de abril de 1977, el cual le permitía a la organización del torneo mantener los costos bajo secreto. No existen archivos ni documentos contables que respalden los gastos incurridos durante la organización, pero los cálculos señalan que la inversión total en infraestructura y organización no superaba los dos tercios de los gastos reales.
[3] En los meses previos al mundial existió una campaña que intentaba denunciar las condiciones bajo las cuales se encontraba la argentina bajo la dictadura de Videla. En esta participaron exiliados, torturados y familiares de ejecutados políticos.
[4] "Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina" fueron las palabras esbozadas por Joao Havelange, presidente de la FIFA durante la inauguración del campeonato. Palabras emitidas a todo el mundo a través de la transmisión oficial. En “Fútbol a Sol y Sombra” de Eduardo Galeano.
[5] La selección holandesa luego de perder la final del torneo contra el anfitrión Argentina, no acepto saludar a las autoridades locales ni recibir las condecoraciones por parte de estos, Videla fue el encargado de entregar las medallas y la copa al campeón.
[6] La referencia cita un testimonio realizado por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, también mencionado en la introducción de este proyecto.